viernes, 27 de marzo de 2015

LECCIONES DE LA EXPERIENCIA SOCIALISTA CHILENA (Y IV)

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Por: César Quintero Ríos.
Especial para TP
La complejidad del escenario internacional y nacional en el que se desenvolvió la Unidad Popular (UP) junto a la clase obrera chilena, durante el gobierno de Allende, hace que su estudio y debate no se agote.

Cuatro aspectos permiten integrar los análisis presentados en las entregas anteriores:
1º.- La necesidad de identificar la vinculación con capas y sectores específicos de las clases sociales que posee la dirigencia, como vanguardia, de todo proyecto político-económico. Este hecho permite comprender los intereses de clase de dicha vanguardia, además de prever sus acciones concretas, e incluso sus límites, especialmente cuando se trata de sectores de la pequeña-burguesía, quienes históricamente han demostrado su incapacidad por superar, de forma revolucionaria, los mecanismos de funcionamiento del capitalismo, incluidas las pautas del Estado liberal-burgués.
2º.- La superación del Estado burgués no es parte del proyecto de la pequeña-burguesía. En esto debe haber absoluta claridad: estos sectores no destruyen la máquina estatal burguesa porque sencillamente es útil para poder acumular el capital necesario que le permita constituirse como gran burguesía, con lo cual buscan convertirse en administradores eficientes del Estado burgués.
La “falta de condiciones” o los “momentos no adecuados” para la abolición del Estado burgués, constituyen patrañas de estos sectores para no perder el apoyo de la clase obrera y demás capas explotadas que le acompañan en amplia alianza en un proyecto democratizador.
Esto contrasta evidentemente con el programa revolucionario de la clase obrera y el pueblo trabajador, quienes buscan la destrucción de esta máquina opresora y la construcción de un Estado Popular que realmente sirva a los intereses de las grandes masas trabajadoras y aplaste la reacción de la burguesía.
3º.- Las concepciones pequeñoburguesas sobre el Socialismo, asociándolo especialmente a las mejoras en las condiciones de vida del pueblo trabajador, mediante una distribución más equitativa de la riqueza. Por lo general, esta situación se acompaña de ataques contra la visión científica sobre el Socialismo, señalándola de “dogmática”, “ortodoxa” o “inadecuada” para las realidades latinoamericanas, con lo cual se intenta despojar a las masas trabajadoras de su herramienta más clarificadora para la victoria popular: el marxismo-leninismo.
4º.- El camino que asume la pequeña-burguesía para poder cumplir con sus objetivos, es el de la moderación en su accionar y maniobras conciliadoras que libren de supuestos traumatismos a la población –como si la explotación capitalista no supone ya un hecho traumático–, con lo cual pretenden vacunarse contra la injerencia imperialista, contra la sedición y el fascismo, herramientas que la gran burguesía pone en marcha desde el inicio de cualquier proyecto liberador.
El debate no se agota, especialmente cuando estos hechos aleccionadores nos permiten analizar los proyectos populares que se levantan hoy en América Latina. Hace falta más que buenas intenciones. Por ello, la aleccionadora frase de V.I. Lenin: “Sólo la clase que prosigue su camino sin vacilaciones, que no se desanima ni desespera en los tránsitos más duros, difíciles y peligrosos, puede dirigir a las masas trabajadoras y explotadas. No necesitamos arranques histéricos. Lo que nos hace falta es la marcha acompasada de los batallones de hierro del proletariado.”

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