viernes, 11 de septiembre de 2015

EL GOLPE MILITAR EN CHILE: UNA HISTORIA SIN FINAL

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Por Fausto Triana
Para la inmensa mayoría de la opinión pública mundial, el sangriento golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 es una historia triste para todo el pueblo chileno, pero la sociedad sigue todavía fragmentada.

La condena unánime a los desmanes y crímenes de la dictadura de Augusto Pinochet en sus 17 años no existe en Chile. Numerosos integrantes de los partidos derechistas UDI y RN tampoco esconden sus simpatías con la junta militar.
También se sabe que al interior de la cúpula del ejército hay secretos que esconden pistas fundamentales para conocer el paradero de los mil 200 detenidos desaparecidos, de los cuales sus familiares quieren saber.
Diplomáticos, escritores y periodistas consultados por Prensa Latina reconocieron que los límites de la vida nocturna en ciudades como Santiago están definidos por los temores que dejó la práctica recurrente de la dictadura del toque de queda.
Es evidente que no todos los sectores de la nación sudamericana parecen abiertos a reconocer las atrocidades cometidas desde el fatídico 11 de septiembre de 1973 hasta 1990.
Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, ha reiterado en estos días que no es momento de cerrar capítulos y es necesaria justicia, “para que todos los criminales estén encarcelados y paguen”.
Las mejores muestras de que será difícil pasar la página en muchos años en Chile son las continuas condenas a ex militares vinculados a asesinatos selectivos de dirigentes de agrupaciones de izquierda o simples sospechosos de ser contrarios a Pinochet.
El pasado 4 de septiembre, la diputada comunista y ex líder estudiantil Camila Vallejo y la presidenta del Colegio de Periodistas de Chile, Javiera Olivares, manifestaron emoción al destacar la fecha de 1970 cuando Salvador Allende fue elegido.
Lo mismo hizo la revista Punto Final, que consagró gran parte de su portada y editorial al suceso con el titular Allende inmortal, a 45 años de la victoria popular.
Punto Final subrayó que “lo excepcional del Gobierno de Salvador Allende fue que por primera vez los pobres sabían que ese médico socialista de verdad, los representaba y no buscaba abusar de su esperanza”.
Curiosamente, los grandes medios de prensa chilenos apenas mencionaron el suceso o incluso lo omitieron. Ninguna sorpresa, porque casi todos están en manos de la derecha.
Por estos días además fue capturado el mayor en retiro Arturo Silva, ex agente de la tenebrosa DINA, la policía secreta del dictador Pinochet, en un elegante barrio de Santiago donde se mantenía prófugo de la justicia.
Fue escolta de Pinochet y sentenciado a 20 años de prisión y un día como autor material del asesinato del químico del organismo represivo de la dictadura, Eugenio Berríos, una figura de la dictadura que conocía muchos secretos.
Berríos, químico que fabricó gas sarín en Chile usado por orden de Pinochet contra sus opositores, fue enviado a Uruguay en noviembre 1991. Allí Silva se encargó de matarlo.
Algunos pasajes para no olvidar que la dictadura dejó más de tres mil asesinatos, 33 mil personas torturadas así como la cifra de más de mil detenidos desaparecidos.

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