sábado, 30 de enero de 2016

PERSPECTIVAS DEL MERCADO PETROLERO (I)

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Por: Fernando Arribas García. Especial para TP
Miembro del Comité Central del PCV

El bajo nivel en que se han mantenido los precios petroleros a lo largo del último año es en buena medida consecuencia de circunstancias coyunturales asociadas a la desaceleración de la economía global en vísperas de una nueva crisis cíclica: al ralentizarse la actividad económica, cae la demanda mundial de materias primas y energéticos y se produce una situación de sobreoferta relativa de estas mercancías llamadas commodities, lo que tiende a abaratarlas.
No obstante, debe observarse que desde mediados de 2014, meses antes de que se manifestaran los primeros síntomas de este fenómeno cíclico, ya los precios del petróleo crudo habían entrado en una tendencia decreciente; y más todavía, debe recordarse que, desde hace ya varios años, estos precios jamás se han vuelto siquiera a aproximar a los picos históricos que alcanzaron en 2008 y en 2012.
De manera que hay evidencia de que, además de las circunstancias transitorias derivadas de las crisis cíclicas globales, parece haber también causas estructurales, no coyunturales, que están deprimiendo a más largo plazo los precios del petróleo. En efecto, durante la última década se ha venido produciendo un cambio estructural profundo y progresivo en la dinámica de los mercados mundiales de energéticos, que puede ser resumido en dos tendencias generales de signo opuesto: la aceleración del crecimiento del suministro de petróleo, y la desaceleración del crecimiento de la demanda.

Crecimiento de suministros
Las estimaciones de la década de 1960 que predecían que la producción petrolera mundial iba a declinar a medida que las reservas petroleras se fueran agotando hasta su casi completa extinción en la primera década del siglo XXI, han resultado desmentidas por el frecuente descubrimiento de nuevos yacimientos en todo el mundo, así como por el desarrollo de nuevas tecnologías de extracción que permiten tanto obtener rendimientos mucho mayores que los originalmente estimados de los yacimientos ya en producción, como explotar yacimientos antes inaccesibles.
Hoy, las reservas mundiales probadas técnicamente explotables son 37% mayores que a principios de siglo, y siguen aumentando a una tasa media de casi 2% interanual; es decir que, pese a que la producción global está en su máximo histórico, la cantidad de petróleo restante en yacimientos ya explorados y técnicamente explotables continúa en aumento relativamente rápido.
Y tómese en cuenta que esta cifra se refiere sólo al petróleo convencional: no se incluyen los yacimientos en roca madre (el mal llamado petróleo «de esquisto»), los de bitúmenes y arenas bituminosas y la mayoría de los de crudos extra-pesados (salvo los venezolanos de la Faja del Orinoco, que han sido oficialmente contabilizados entre las reservas convencionales), muchos de los cuales apenas han comenzado a ser explorados en los últimos años y muy pocos están ya en plena producción.
Es cierto que la puesta en producción de los yacimientos no convencionales es inicialmente costosa y difícil, pero una vez superadas las etapas de arranque y consolidación, los costos por barril producido comienzan a caer vertiginosamente, a medida que se desarrollan tecnologías de extracción más eficientes y se implantan regímenes de economías de escala en los yacimientos.
Esto está ocurriendo por ejemplo, y de manera acelerada, en las principales regiones de producción de petróleo de roca madre en EE.UU.: al sustituir las unidades de producción tecnológicamente más atrasadas por otras más eficientes y capaces de acceder horizontalmente a varios depósitos por una única boca de pozo, la productividad por unidad crece exponencialmente (ver gráfico adjunto), lo que reduce los costos. De continuar tal tendencia, puede no estar lejano el día en que los costos de producción de estos yacimientos lleguen a ser competitivos frente a los de los yacimientos convencionales. Y téngase en cuenta que de allí se obtiene, además de crudo de la mejor calidad, enormes cantidades de gas natural.

Desaceleración del crecimiento de la demanda
Aunque los requerimientos de energía en general continúan creciendo a escala global, y aunque la mayoría de esas necesidades por ahora continúan siendo satisfechas con carbón y petróleo, es necesario observar que la demanda de estas dos commodities en particular está creciendo cada vez con mayor lentitud, debido al rápido desarrollo de otras fuentes alternativas de energía que van socavando la hegemonía de los energéticos fósiles tradicionales.
Especialmente notable es el desarrollo del mercado de gas natural licuado (LNG), como consecuencia de la enorme abundancia de este recurso en numerosos países, y de las ventajas del gas frente al carbón y al petróleo: mayor eficiencia energética por peso y menor contaminación ambiental por unidad de energía generada. A escala global, la producción de LNG ha crecido cerca de 30% en los últimos 10 años.
Y al mismo tiempo, el rendimiento de las tecnologías de energías renovables está aumentando cada vez más rápidamente mientras su costo tiende a caer. Como resultado, la relación costo-beneficio para estas tecnologías mejora constantemente y a velocidades exponenciales. Por ejemplo, el costo unitario promedio por kilovatio-hora generado con turbinas de generación eólica y celdas fotovoltaicas se ha reducido por un factor de más de 10 en la última década, de manera que en muchos lugares del mundo esas tecnologías ya son económicamente competitivas frente a los combustibles fósiles, y hasta han comenzado a desplazarlos como fuente para la generación energética.
En 2005 sólo un 16% del total de generación eléctrica mundial era aportado por fuentes renovables alternativas a la quema de combustibles fósiles, y en 2015 esa porción ya se acerca a 25%, con países como Alemania, China, España o Italia por encima del 25%; otros como Brasil, Canadá o Suecia por encima del 60%; y más de dos docenas de países por encima del 75%.

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