domingo, 7 de septiembre de 2014

ANÁLISIS MARXISTA DEL ESTADO (I)

 
 
 
 
 
 
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Carlos Marx. (Archivo Tribuna Popular).
Carlos Marx. (Archivo Tribuna Popular).
Por: Francisco Guacarán. (*)
Especial para TP
Esta serie de artículos que iniciamos hoy pretende servir de insumo para la necesaria discusión nacional acerca del Estado, su valoración desde la ciencia marxista, así como las tareas del movimiento popular revolucionario. Para una necesaria profundización sobre este interesante tema, aprovechamos para mencionar la bibliografía básica: “La Ideología Alemana”, F. Engels y C. Marx: “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, F. Engels “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, “La guerra civil en Francia”, C. Marx; “El Estado y la Revolución” y “Sobre el Estado”, V.I. Lenin.

Una tarea de primer orden es asumir que la ofensiva ideológica y de masas contra el capitalismo implica proveernos de las herramientas necesarias para identificar de forma certera y científica las condiciones actuales de la lucha popular revolucionaria, alejándonos de concepciones reformistas, socialdemócratas y también de aquellas provenientes de un supuesto campo progresista, pero que niega la ciencia y la lucha de clases.
Comencemos por la noción central de la teoría revolucionaria sobre el Estado, el cual es asumido como aparato de dominación y represión de clases, que busca garantizar, a través de diversos medios, la reproducción y fortalecimiento de la clase y sectores hegemónicos. Por tanto, ningún Estado puede ser considerado como garante y defensor absoluto de los derechos de todos los ciudadanos, por cuanto su función primordial es proteger los intereses de la clase dominante.
En el caso específico del Estado liberal burgués –organización político-ideológica que corresponde al modo de producción capitalista–, su función es proteger los intereses económicos de la burguesía y sus capas (financiera, industrial, agraria, monopólica, transnacional, pequeña y mediana burguesía, entre otros). Esto implica, consecuentemente, garantizar el funcionamiento del complejo engranaje del capitalismo en la forma que se desarrolle en un país determinado.
Esto constituye el primer debate profundo contra las concepciones burguesas y socialdemócratas, las cuales promueven entre las masas trabajadoras la falsa idea del Estado liberal burgués como la mejor forma de organización social que garantiza las libertades públicas y el ejercicio de la democracia absoluta: derecho al voto, distribución equitativa de la riqueza, igualdad de oportunidades, ascenso social, entre otros principios de la restringida y variante democracia burguesa.
En efecto, el Estado liberal burgués es un avance con respecto a los Estados esclavistas o feudales, puesto que promueve y, hasta cierto punto, garantiza el ejercicio de importantes derechos públicos promovidos por la burguesía y demás capas dominantes de la sociedad capitalista. Sin embargo, todo Estado burgués, independientemente de las formas más o menos democráticas que pueda adoptar y de la cualidad de los derechos que garantice, posee unos límites estrictos basados en la garantía de la reproducción de la explotación, es decir, en la defensa de la propiedad privada y de la plusvalía, como motor de la sociedad capitalista.
He ahí la contradicción clave que vemos las y los comunistas en la generalidad del Estado, su imposibilidad de erigirse como defensor y garante de los derechos de todos los sectores sociales mientras protege los miserables intereses económicos de los explotadores. Sea un Estado republicano, monárquico, centralista o federalista, social de derecho o de justicia, su función como reproductor de la sociedad dividida en clases será la misma.
(*) Miembro del CR del PCV en Distrito Capital
Fuente: Tribuna Popular Nº 242

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