viernes, 20 de marzo de 2015

LECCIONES DE LA INVASIÓN IMPERIALISTA A IRAQ

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Por: Claudia Herrera Sirgo.
Especial para TP
Jueves 20 de marzo de 2003, el entonces Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Ari Fleischer, indica el inicio de los ataques contra Iraq. Por primera vez, la humanidad globalizada tecnológicamente, ve en primera plana, la invasión, ocupación, subyugación y destrucción de una de las culturas más antiguas de la tierra.

El casus belli, no sustentado ni demostrado, fue la presunta tenencia de Armas de Destrucción Masiva (ADM) por parte del gobierno de Saddam Hussein. Para EEUU, posterior a la flagrante mentira de los presumidos atentados terroristas del 11 de septiembre, cualquier excusa era perfecta para intervenir en territorios que le permitirían colonizar y controlar los recursos naturales (gas, petróleo, minerales claves para las telecomunicaciones, uranio, y hasta plantaciones de amapolas para dominar el mercadeo del opio, entre otros) que le posibilita liderar el mercado energético y militar.
Es por ello que los planes de intervención en el Medio Oriente fue tejido de forma calculada; este ejercicio de ocupación logra posicionar a los aliados no sólo en materia de usufructo de recursos naturales sino que también a través grandiosas ganancias para las contratistas en los “procesos de reconstrucción” para lo que ellos mismos destruyeron. La ganancia para los imperialistas está por doquier.
Se sucedieron hechos cuestionables desde todo punto de vista, la prisión de Abu Ghraib fue la punta del iceberg que desarropaba la crueldad de las fuerzas de ocupación.
Según discurso de Bush hijo, la fecha oficial de su “triunfo” fue el 1 de mayo de 2003, pero la ignominia imperialista de esta ocupación se mantiene al día de hoy.
La población iraquí ha seguido sufriendo bajas y heridos; profundizando y promoviendo el imperialismo los conflictos sectarios para evitar la reunificación del pueblo y lograr la expulsión del invasor.
Estos saldos ilimitados de dolorosas heridas psicológicas y físicas, da cuenta de un sinnúmero de familias mutiladas en cuerpo y alma. Aun no hay congruencia en las cifras estatales de las pérdidas humanas en Iraq, salvo las cifras de bajas de cada participante de la coalición. Incluso soldados de las fuerzas de ocupación, al regresar a sus países, siguen atravesando trances producto de los horrores que hicieron vivir y que vivieron en este hecho, las cifras de homicidios/suicidios de esta población afectada de post guerra, sigue siendo cuestionada e invisibilizada por cada uno de sus gobiernos, pasaron a ser sujetos desechados por el sistema.
Se calcula en cerca de un millón y medio la cifra de iraquíes fallecidos, en gran parte, esta cifra es de población civil que no preocupan al imperialismo y mucho menos al Premio Innoble de la Paz, al fin y al cabo, para ellos son sólo daños colaterales cuando buscan “torcer el brazo”.
Si no, que lo diga Fleischer: “La política de EEUU es de cambio de régimen, con inspectores o sin ellos”. Haciendo referencia a las acciones de inspección que debían demostrar la existencia de las ADM.
Hoy, no ha salido el último soldado invasor, siguen los estragos de la ocupación, la muerte imperialista sigue trabajando en cada calle, en cada alma que aún no puede organizarse para reconstruirse como pueblo digno que es, aunque la bota imperialista no lo reconozca. Si desde el punto de vista legal para la ONU esta invasión carece de legitimidad, la pregunta es: ¿por qué no se le aplican a Bush y sus aliados los Principios de Núremberg sobre crímenes de guerra?

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