jueves, 20 de agosto de 2015

LA MORAL COMUNISTA (Y V)

Moral-ComunistaPor: Natalya M. García. Especial para TP
Politóloga
Como ya hemos señalado con anterioridad, la moral proletaria se contrapone, de forma contundente, a la moral burguesa.

Desde luego, construir la sociedad de la socialización de los medios de producción sobre las ruinas de la sociedad basada en la explotación del trabajo asalariado por parte de los capitalistas, no es una tarea ni breve ni sencilla, mucho menos es el irnos moldeándonos como las mujeres y los hombres nuevos al que hacía mención el ‘Che’.
Es durante la anarquía de la producción capitalista, donde la burguesía, a través de su maquinaria ideológica y propagandística, infunde en los trabajadores el individualismo: el interés individual sobre los intereses colectivos. El hombre va solo, aislado de los demás, luchando para sobresalir entre sus compañeros de clase en beneficio de sí mismo.
Con razón, Ernesto Guevara, en un discurso en la Universidad de La Habana a comienzos de 1960, subrayó: “es criminal pensar en individuos, porque las necesidades del individuo quedan absolutamente desleídas frente a las necesidades del conglomerado humano de todos los compatriotas de ese individuo.”
En la sociedad antagónica de clases, existe una oposición de intereses entre el individuo y la sociedad. El individualismo, inculcado por la propiedad privada de los medios de producción, enfrenta los intereses del trabajador como individuo y como miembro de la sociedad: generándose así, una competencia por el bienestar individual a raíz del infortunio de los demás.
Mientras, los ideólogos burgueses declaran que el Socialismo se caracteriza por la abolición del individuo en aras del Estado y que, en consecuencia, se desprecian los intereses del individuo y se trasgrede la libertad personal.
Pero nada más equívoco que esa calumnia: sólo en la colectividad es factible la libertad individual.
El espíritu colectivista permite a los trabajadores actuar orgánicamente y en conjunto a favor de sus intereses como clase oprimida y explotada mediante el equilibrio armonioso entre los intereses individuales y los de la sociedad.

Desarrollo integral del individuo

El individuo, como constructor del Socialismo, posee un doble carácter de existencia: es un ser único y, además, forma parte de la sociedad en su conjunto.
Las leyes del capitalismo son imperceptibles para el común de los obreros. Enceguecidos, actúan, víctimas de las relaciones mercantiles, subyugados a las cadenas de enajenación.
En aras de erradicar las deficiencias y avanzar en la lucha contra lo caduco, nuestro proceso de formación como revolucionarios debe estar enmarcado en la estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan.
Estamos llamados a superar los vestigios del pasado en la conciencia y la conducta, acrecentando, día a día, nuestro carácter intransigente para con la ideología burguesa.
Ya lo previno Marx: “la unión de la burguesía puede ser quebrantada sólo por la unión del proletariado”.
Los obreros y trabajadores deben organizarse en clase para poner fin a la explotación.

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