lunes, 20 de octubre de 2014

ANÁLISIS MARXISTA DEL ESTADO (III)

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Por: Francisco Guacarán.(*)
Especial para TP.- Para alcanzar una acertada valoración marxista sobre el Estado y definir las tácticas correctas para la lucha revolucionaria, no debemos conformarnos con saber y repetir que éste es “un aparato de dominación de clases” y que “reproduce y surge de una sociedad dividida en clases”, y creer que con eso hemos resuelto el problema.

Recordemos que la fortaleza del marxismo se sustenta en el materialismo dialéctico, el análisis de las contradicciones de clases en un modo de producción determinado, sus relaciones sociales de producción de acuerdo a la propiedad de los medios y factores de producción. Este apretado esquema nos indica que en todas las sociedades no se expresan los mismos niveles y formas de antagonismos de clases, lo cual tiene su correlato en las diversas características que pueda asumir un Estado.
Las categorías dialécticas de lo general y lo particular se ponen de manifiesto en este análisis, y más aún cuando comprendemos las contradicciones que se generan en el seno de las propias clases, principalmente dentro de las capas de la clase dominante que ejerce el control del Estado.
En el caso del modo de producción capitalista, la burguesía se constituye como clase social en tanto dueña de los medios fundamentales de producción, sin embargo, la diferenciación que hace la teoría política marxista de los sectores y capas de la burguesía nos obliga a un estudio mucho más detallado y preciso de sus alianzas y antagonismos, los cuales tienen como escenario al Estado liberal-burgués.
Burguesía financiera, industrial, agraria, asociados o no al imperialismo o con carácter más “nacionalista”, entre otros, configuran dinámicas políticas y económicas diferenciadas. Incluso, el antagonismo a lo interno de la burguesía pudiera generar casos en que un sector o grupo de sectores controlen el aparato económico y otro bando mantenga el control político del Estado.
Las alianzas y contradicciones que se configuren en el seno de la burguesía generan a su vez proyectos políticos, institucionales y sociales que buscan sumar alianzas de los sectores dominados, principalmente las capas medias y la pequeña burguesía, sin dejar de lado a la clase obrera y demás asalariados, con el objetivo de garantizar sus intereses económicos y buscar legitimidad a sus acciones políticas.
Esto puede incluir un gran abanico de proyectos –desde nacionalistas y populares, con gran apertura de los derechos democráticos burgueses, hasta el más sangriento fascismo– y agendas económicas diversas que garanticen la explotación eficiente del trabajo asalariado. Con ello, cada Estado burgués adoptará la forma que le sea más útil a los sectores dominantes, sin perder su carácter general.
Por tanto, la lucha revolucionaria debe expresar también las tácticas de combate obrero y popular asociadas a las características generales del modo de producción capitalista y el Estado liberal-burgués, pero también considerando las expresiones particulares y específicas de la lucha de clases que generan las relaciones sociales de producción de un espacio determinado.
Sólo desde el marxismo, como ciencia de la clase obrera y la revolución socialista, podremos desnudar las contradicciones de clase y combatir con unidad, disciplina y férrea claridad ideológica y programática a los enemigos del pueblo trabajador.
(*) Miembro del CR del PCV en Distrito Capital

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