viernes, 24 de octubre de 2014

EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA

alimentos-agricolas

Por: Ernesto Guastapaglia. (*)
Especial para TP
En Venezuela hace ya muchos años que se escucha la frase “Soberanía Alimentaria”, de hecho es una de las banderas del Proceso Bolivariano, aunque no sea un secreto para nadie que en nuestro país la escasez de productos alimenticios ha generado una situación de descontento y angustia generalizada en la población, quedando en evidencia la brecha desproporcionada existente entre el decir y el hacer que caracteriza al Gobierno.

Hoy, en nuestro país, la satisfacción de esta necesidad fundamental del pueblo está en manos de la empresa privada nacional e internacional casi en su totalidad, respondiendo de esta manera a una economía de mercado, por lo que objetivamente los alimentos se convierten en una mercancía y no en un derecho del pueblo.
Como sabemos en un mercado el precio de los productos, en este caso los alimentos, dependen del principio de la oferta y la demanda, por esto, a quienes les importa la generación de capital poco les interesará que exista plena satisfacción de una necesidad si ésta no reporta ganancias. Sumado a esto, a lo largo de la historia el mercado ha servido como un elemento para subyugar a los pueblos a los intereses imperialistas, imponiéndoles, a cambio de estos productos de primera necesidad, la aplicación de medidas económicas que sólo sirven para la pauperización de sus condiciones de vida, convirtiéndolos en esclavos, y permitiéndoles obtener sólo lo necesario para seguir explotándolos.
Para hablar de soberanía (en este caso soberanía alimentaria), es necesario construir un sistema agropecuario lo suficientemente desarrollado como para asegurar a cada uno de los venezolanos su derecho a la alimentación, sin sobresaltos y sin depender de agentes con un interés diferente a este, situación que sólo será posible en el marco de una planificación centralizada del sector agropecuario (típica de una sociedad socialista) permitiendo satisfacer la necesidad de alimentos de nuestro pueblo sin comprometer nuestra soberanía, y además revertir el éxodo campesino dado en nuestro país desde principios de siglo XX, desarrollar las regiones que hasta ahora están relativamente abandonadas y despobladas, y dar una oportunidad de trabajo digno a aquellos que no la tienen, evitando que terminen siendo parte de una segunda economía, de revendedores de productos y de acciones especulativas ilegales, que en nada suman para superar nuestra economía improductiva y parasitaria.
Finalmente, de nada habrá servido el desarrollo del sector agropecuario si la distribución y venta de los productos continuara en manos de aquellos a los que sólo les importa la ganancia, generando una nueva forma de parasitar en el sistema y de obtener grandes ganancias aprovechándose del bolsillo de nuestro pueblo, transformando nuevamente a la alimentación en una mercancía, por esto la soberanía alimentaria no depende únicamente de la producción sino que también esta íntimamente ligada a su distribución y venta.
Por consiguiente, la soberanía alimentaria, aspecto básico de la existencia y subsistencia de una sociedad, no podrá ser alcanzada si no está enmarcada en un proceso de liberación nacional eficaz, y que dicha liberación es realmente consecuente sólo si sirve a la construcción del Socialismo.
(*) Secretario de Organización y Finanzas del PCV en Bolívar

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