lunes, 7 de marzo de 2016

III CONGRESO DEL PCV, LA CHISPA QUE INCENDIÓ LA PRADERA

Comandante Argimiro Gabardón.
Comandante Argimiro Gabardón.
Por: Wladimir Abreu. Especial para TP
El 11 de marzo de 1961, en Caracas, hace 55 años, inició sus discusiones el célebre III Congreso del Partido Comunista de Venezuela (PCV).

Dos años atrás, el 23 de enero de 1958, con un rol fundamental del PCV, se había derrocado la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Rómulo Betancourt inició su política de ruptura de la unidad anti-perezjimenista, y fustigaba a los comunistas y su creciente prestigio; 23 de enero, el Guarataro, La Silsa, la Universidad Central de Venezuela, eran territorios liberados, «zonas rojas», que en esa época era sinónimo de «revolucionarias».
El 1º de enero de 1959, menos de un año después de la caída de Pérez Jiménez, es el triunfo de la Revolución Cubana –que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista–, y ésta marcha a pasos indetenibles en su carácter socialista, constituyéndose en una luz que ilumina a los revolucionarios venezolanos, especialmente ante claudicación del «Pacto de Punto Fijo».
A finales de 1959, con la victoria electoral del PCV en la capital, se cantaba Caracas la Roja; la Juventud Comunista, con 30 mil militantes, era la principal organización juvenil nacional; los fundamentales Sindicatos estaban dirigidos por los comunistas.
En este contexto, Betancourt desarrolla una sangrienta arremetida contra el PCV y el movimiento popular, persiguiendo la actuación legal de masas del Partido, reprimiendo y asesinando.
El III Congreso marca un hito en la historia del PCV y del comunismo en América Latina, de la oleada insurreccional que recorre el continente; tres Partidos Comunistas, en los años 60, se lanzarán a la lucha armada para la toma del Poder: Venezuela, Colombia y Guatemala.
Acertadamente, en 1961, los comunistas afirman que la socialdemocracia reformista venezolana es sólo un peón del capital criollo e internacional, comprendiendo las limitaciones de ésta para cumplir las tareas de completar la verdadera liberación de los trabajadores, y que sólo bajo la dirección comunista y verdaderamente obrero-popular pueden culminarse las metas de la revolución venezolana.
El III Congreso establecerá las líneas fundamentales para la lucha insurreccional, ratificadas y desarrolladas en el II y III Pleno del Comité Central. Por primera vez en su historia, los comunistas venezolanos plantean directamente la toma revolucionaria del Poder. El III Congreso marca una de las más heroicas páginas de los comunistas venezolanos, miles de hombres y mujeres, jóvenes y veteranos, engrosaran las filas guerrilleras, rurales y urbanas, en los aparatos logísticos, en el multígrafo clandestino, y el mural pintado de madrugada.
¿Errores? Sí, se subestimó la fortaleza del régimen betancourista, a pesar de que gobernó en minoría parlamentaria, se obvió la posibilidad de convertir el parlamento en una trinchera contra el «Pacto de Punto Fijo»; se pensó en una guerra corta, cuando ya el propio comandante Argimiro Gabaldón planteaba la “guerra prolongada”; no se coordinaron acciones que debieron ser conjuntas: Carúpano y Puerto Cabello. Pero, como decía José Martí, sólo el necio al mirar el sol se fija en las manchas.
El III Congreso del PCV no fue una imposición de nadie, fue un debate democrático, de nivel ideológico  y un acto de valentía, decidimos arriesgar la vida por la emancipación del pueblo, con la campanada inicial de la última guerra revolucionaria venezolana ¿cuántos más en Venezuela pueden decir lo mismo?

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